Harel Hershtik, fundador de Scentech Medical, dice haber creado un dispositivo capaz de detectar enfermedades por medio del aliento, sin embargo, su pasado obscuro (manchado por un asesinato), ensombrece el futuro de su emprendimiento.
Por Tia Goldenberg
REHOVOT, Israel, 16 de mayo (AP) — Cuando tenía 20 años, Harel Hershtik planeó y ejecutó un asesinato, un crimen tan escalofriante que un cuarto de siglo después aún se lo recuerda.
Hoy, Hershtik es el cerebro detrás de un startup de tecnología aplicada a la medicina, que podría ganar millones de dólares con una iniciativa apoyada por figuras prominentes e inversionistas ricos
Ahora que su empresa está a punto de cotizarse en la bolsa, el pasado de Hershtik está dando mucho de qué hablar y planteando interrogantes acerca de hasta qué punto una persona que mató a otra se merece todas las cosas buenas que le están pasando.
“Cuando era joven, era estúpido y arrogante”, expresó Hershtik, quien hoy tiene 46 años. “Se puede ser un genio y un idiota al mismo tiempo, las dos cosas no se contradicen”.
Hershtik es vicepresidente a cargo de estrategias y tecnología de Scentech Medical, una empresa que fundó en el 2018, cuando todavía estaba preso, que inventó un aparato que, según dice, puede detectar ciertas enfermedades a partir de pruebas de aliento.
En una entrevista de tres horas con la Associated Press expresó varias veces su arrepentimiento. Hershtik fue condenado por el asesinato de Yaakov Sela, un carismático cazador de víboras que conoció cuando tenía 14 años. Entablaron una relación complicada.
Se sabía que Sela tenía muchas novias al mismo tiempo, incluida la madre de Hershtik, a quien no le gustaba cómo trataba a las mujeres, entre ellas su madre.
A principios de 1996, Sela descubrió que Hershtik le había robado el equivalente a unos 15 mil dólares. Ambos acordaron que Sela no haría una denuncia a la policía y que Hershtik le devolvería el doble del dinero robado en cuotas. Hershtik, sin embargo, ya tenía planeado matar a Sela, según los fiscales.
Cuando iban a recoger uno de los pagos, un cómplice de Hershtik le pegó tres tiros a Sela, usando la pistola de la madre de Hershtik. Luego le dio el arma a Hershtik, quien remató a Sela con un tiro en la cabeza, de acuerdo con documentos judiciales.
Hershtik y su cómplice enterraron a Sela en las Alturas del Golán, donde semanas después unos caminantes vieron asomar una mano y se encontró el cadáver.
El crimen causó conmoción y los fiscales dijeron que Hershtik mintió varias veces al ser interrogado. Hershtik fue condenado a cadena perpetua por asesinato premeditado y obstrucción de la justicia, entre otras cosas.
Estuvo preso 25 años, durante los cuales sacó dos doctorados, en matemáticas y química, y se casó tres veces. Afirma que fundó 31 empresas y vendió seis de ellas.
Su estadía en la cárcel no fue fácil. Dice que pasó 11 años en cuarentena por problemas de salud y que fue castigado dos veces por crear un acceso a la Internet en su celda. Una vez lo hizo construyendo un modem usando partes de dos consolas de DVDs.
El año pasado se determinó que estaba rehabilitado y que ya no representaba un peligro para la sociedad.
Fue excarcelado, pero permanecerá bajo arresto domiciliario de las 11 de la noche hasta las seis de la mañana hasta el 2026. Deberá usar un aparato rastreador en su tobillo en todo momento y no puede salir del país.
Hershtik recibió a la AP en su casa en Rehovot, en el centro de Israel.
Su startup espera la aprobación de los organismos regulatorios para fusionarse con una firma llamada NextGen Biomed, que se cotiza en la bolsa de Tel Aviv.
Hershtik dijo que su empresa está terminando de producir un aparato que podrá detectar la COVID-19 a través del aliento y que trabaja en otros para detectar distintas enfermedades y una depresión. La idea, dijo, es ofrecer pruebas con resultados inmediatos, de una forma no invasiva.
La empresa ya patentó esta tecnología en Israel y Hershtik dijo que buscará la aprobación de las autoridades sanitarias de Estados Unidos.
Agregó que la nueva empresa, surgida de la fusión, estará valuada en unos 250 millones de dólares. Indicó que en los dos últimos años recaudó 25 millones de dólares entre inversionistas privados de Israel para financiar su compañía. Buena parte de la financiación la aportó Hershtik de su propio bolsillo, aunque no dijo cuánto.
En Israel los presos están autorizados a manejar negocios desde la cárcel, pero es muy inusual ver un éxito como el de Hershtik.
Su empresa tiene el apoyo de figuras prominentes, como Yaakov Amidror, presidente de NextGen y exjefe del Consejo Nacional de Seguridad.
“Según las leyes del país, una persona tiene derecho a rehabilitarse. Pagó su deuda y está rehabilitado”, dijo Amidror, quien declaró a favor de Hershtik ante la junta que analizó su pedido de libertad condicional.
Su pasado, sin embargo, acosa a Hershtik, quien este año dejó de ejercer como director de tecnología de su empresa para no ahuyentar a los inversionistas.
“Harel siempre dijo que, si por cualquier motivo su presencia plantea un problema, él se irá”, dijo Drew Morris, miembro de la junta directiva e inversionista.
Ishak Saporta, disertador de la Facultad de Administración de Empresas Coller de la Universidad de Tel Aviv, dijo que cree que los inversionistas se sentirán atraídos a la firma de Hershtik por su potencial y no prestarán mayor atención a su pasado.
“Lo que me inquieta es que puede hacerse millonario. Pagó su deuda con la sociedad en la cárcel. Pero, ¿ayudará a la familia de la víctima?”, preguntó Saporta.
Tovia Bat-Leah, quien tuvo una hija con Sela, cree que Hershtik podría financiar la educación de la muchacha o crear un museo de reptiles con el nombre de Sela.
“Cumplió su condena, pero debería resarcir de alguna forma” a la familia de Sela, opinó.
Hershtik dice que pudo haber creado cualquier tipo de empresa que no beneficia a la sociedad, pero que optó por incursionar en el campo de la salud.
“Créanme, no lo hago por el dinero”, expresó.